sábado, 1 de agosto de 2015

Las mujeres que escriben también son peligrosas

Stefan Bollmann, Maeva ediciones, 2007, 151 págs

Las mujeres que escriben también son peligrosas.

 Stefan Bollmann En un recorrido que va desde el siglo XII hasta nuestros días, Stefan Bollmann nos cuenta historias de mujeres que tuvieron que abrirse camino en la escritura luchando contra los prejuicios, los mandatos familiares, las presiones de sus parejas, y los impedimentos económicos y sociales. Virginia Woolf  resume todo esto cuando dice que las mujeres carecían de “una habitación propia”, metáfora de una independencia que tardó en llegar y que, todavía, no tenemos en forma completa.


Las interrupciones, la necesidad de ocultarse detrás un seudónimo masculino, el tener que dividirse entre múltiples actividades caracterizaron la escritura femenina en ciertas épocas. Aurore Dupin firmará como George Sand; Cecilia Bölh de Faber, como Fernán Caballero; Colette publicará sus novelas bajo el seudónimo de su marido. Por su parte, Jane Austen  tuvo que redactar la mayor parte de sus obras en la sala de estar, soportando continuas interrupciones y ocultando sus manuscritos cada vez que sentía el ruido de la puerta. Es que en el siglo XIX  escribir todavía era considerada una profesión impropia de una mujer. ¿Y qué pasa en la actualidad?, se pregunta Esther  Tusquets en el prólogo. “Como en muchas otras profesiones –nos dice−, las mujeres han invadido el campo, ocupan un lugar, un enorme lugar en los espacios medios, pero no alcanzan, en un mundo regido por hombres, los puestos más altos”.
El libro de Bollmann , además de contar con una edición impecable y unas excelentes fotos, selecciona escritoras emblemáticas por los temas que abordaron, por su importancia en cuanto al camino que abrieron, por su peso dentro de la literatura mundial, por los peligros a los que se enfrentaron o por sus vidas torturadas. Bastan algunos ejemplos. Simone  de Beauvoir afirmaba que “de la legión de mujeres que acarician la idea de dedicarse a la literatura o al arte, muy pocas perseveran”. Marguerite  Yourcenar decía que en cierto momento de su vida había dejado de ser una mujer que escribía para convertirse en un escritor. George  Sand pasó nueve años dentro de un matrimonio asfixiante hasta que se separó de su marido y se dedicó a la escritura. A ella misma un novelista contemporáneo le dio el siguiente consejo: “Seré franco, una mujer no debe escribir… Siga mi consejo: no haga libros, ¡traiga niños al mundo!”. Sylvia  Plath vivía la escritura de una manera angustiante, torturada por el miedo a fracasar como poeta.
Desde el siglo XII , ya hay registros de verdaderas precursoras: Hildegard von Bingen, Christine de Pizan o Madeleine de Scudéry. Más adelante, las mujeres comienzan a buscar su lugar e intentan salir del estereotipo machista de que solo están para encarnar la belleza y no para hacer arte. Madame  de Staël, por ejemplo, defendía el concepto de que el genio se sitúa más allá de los sexos y que el sentimiento, considerado parte del mundo femenino, podía transformarse en una obra de arte. Otras escritoras, por su parte, reinventan su vida y realizan el sueño de crearse a sí mismas obedeciendo solo a sus propios deseos: Dorothy  Parker, Carson McCullers, Marguerite Yourcenar, Anaïs Nin, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y Françoise Sagan.
Las mujeres que escriben también son peligrosas no es un libro solo para mujeres, es un libro para asumir que escribir siempre es peligroso, aunque para nosotras quizás un poco más. Lo importante, como decía Virginia Woolf , sería construir un mundo en el que “se pueda enseñar a los hombres a soportar el libre discurso de las mujeres”...
Portada del libro.Las mujeres que leen son peligrosas (la de la izquierda)
 Las mujeres que escriben también son peligrosas.(la derecha)
 


Resumen sacado de internet  de Adriana Santa Cruz .


Escritos de Eduardo  Galeano.
 Si Eva  hubiera escrito el Génesis.¿Como seria la primera noche de amor del genero humano?Eva  hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla ni conoció a ninguna serpiente,
ni ofreció manzanas a nadie y que Dios nunca le dijo 
que parirás con dolor y tu marido te dominara.
Que todas esas historias ,
son puras mentiras que Adán  contó a la prensa
                           
                                                                             Leticia Mort                                                                                                                                                                                                     seudónimo:Flor de                                                                                                     Cerezo